Estimados amigos, he pensado mucho para escribirles esto. No es fácil... ustedes saben que siempre he procurado ser un hombre de esperanza y nunca un profeta del desastre, pero mi honestidad y mi compromiso con la Palabra de Dios y la Verdad me mueven a no quedarme callado ante el inminente fin del mundo.
Hoy no es lunes de humor, ya el lunes pasó, ni es 28 de Diciembre, por lo tanto no es para que caigan por inocentes, o sea, lo que voy a decirles no es una broma pesada. Mis estudios de la Biblia, me acreditan lo suficiente como para hablar con autoridad sobre este tema.
En este momento de mi vida, después del artículo de El Nacional, no me importa si me critican por este anuncio del fin del mundo, he perdido ya la vergüenza a decir la verdad sobre la desgracia que ocurrirá el 21 de Diciembre. Algunos pensarán que me volví loco; bueno, no es la primera vez que lo dicen, también lo dijeron de Cristo Jesús Nuestro Señor.
Las de distintas religiones, al respecto, coinciden y yo con la autoridad de un sacerdote de Cristo, les digo: Sí, es verdad, el mundo se acabará, el 21 de Diciembre. Me hago absolutamente responsable de lo que aquí expondré:
Se acabará sin duda para los que físicamente dejen de existir, pero también se acabará para los que ese día se levanten sin esperanzas (Esequiel 37,11) , sin fe y sin amor, se acabará para los que no se arriesguen a vivir y a enfrentarse con la vida, se acabará para los que poniendo su confianza extrema en personas o cosas sean defraudados por el objeto de su idolatría, se acabará para aquellos a quienes ese día los paralice la culpa de su pasado o la angustia por su futuro, se acabará para los que ese día decidan odiar, porque el que odia ha elegido la muerte en vida ("El que no ama está en un estado de muerte"), yo, ese día si Dios quiere, decidiré estar más vivo que nunca (Juan 10,10) y trataré de no dejar de hacerlo hasta mi muerte.
Las de distintas religiones, al respecto, coinciden y yo con la autoridad de un sacerdote de Cristo, les digo: Sí, es verdad, el mundo se acabará, el 21 de Diciembre. Me hago absolutamente responsable de lo que aquí expondré:
Se acabará sin duda para los que físicamente dejen de existir, pero también se acabará para los que ese día se levanten sin esperanzas (Esequiel 37,11) , sin fe y sin amor, se acabará para los que no se arriesguen a vivir y a enfrentarse con la vida, se acabará para los que poniendo su confianza extrema en personas o cosas sean defraudados por el objeto de su idolatría, se acabará para aquellos a quienes ese día los paralice la culpa de su pasado o la angustia por su futuro, se acabará para los que ese día decidan odiar, porque el que odia ha elegido la muerte en vida ("El que no ama está en un estado de muerte"), yo, ese día si Dios quiere, decidiré estar más vivo que nunca (Juan 10,10) y trataré de no dejar de hacerlo hasta mi muerte.
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