sábado, diciembre 23, 2006

Que pasaria si Jesus llegara hoy a Estados Unidos?

¿Qué pasaría si Jesús llegara hoy a Estados Unidos?
Como todos los años, el 1 de diciembre, fue encendido el árbol de Navidad del Rockefeller Center, en una ceremonia presidida por el actual alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg. Entre los que cantaron, ante las cámaras de la NBC, estuvieron Christina Aguilera, Sting y Bette Midler. Pero que sucedería si Jesús apareciera?

"Encienden las luces del Árbol de Navidad del Rockefeller Center en Nueva York", esa es la noticia. Pero nadie habla de cuantos niños se apagan en el mundo en ese mismo instante. Incluso, dentro de los propios Estados Unidos de América.

Si bien la tradición comenzó durante la Gran Depresión cuando se construía ese edificio en 1931, la idea de iluminar un árbol por tan significativa fecha se inició, formalmente, en 1933; un abeto fue cubierto por 700 pequeñas luces y puesto frente al entonces edificio de la RCA, hoy representación de la General Electric. En el '36 se le hizo la pista de patinaje sobre hielo y la NBC—TV televisó el acontecimiento, por primera vez, en el año 1951 con el show de Kate Smith.

Lugares obligados para el turista que busca pasar la supuesta Navidad en la Gran Manzana, como le llaman a esa ciudad, son el Radio City Music Hall donde un grupo de bailarinas perfectamente sincronizadas como barbies, a las que llaman las Rockettes, son la principal atracción.

Tras ellas se esconden siglos de sometimiento de las mujeres con respecto a los hombres en una sociedad que se proclama defensora de los derechos ciudadanos. Un dato para ruborizarse como simple carmín en los labios: La llamada Marcha de las Novias contra la Violencia Doméstica habla de un secreto a voces: en los Estados Unidos, cada seis minutos una mujer es violada sexualmente; cada 15, golpeada sin tener en cuenta los numerosos homicidios por esta causa. Maneras a la cuales se suma la violencia de género a través de manifestaciones sicológicas.

¿Qué sucedería si en el propio aeropuerto Kennedy desembarcara un matrimonio hebreo, de nombres tan comunes de obreros inmigrantes como José y María, con un niño recién nacido en brazos? ¿Qué si el propio niño Jesús se percatara de que han traicionado la humildad del pesebre, de la vaca y el mulo, para idolatrar a un rey de las nieves con su trineo que nada tienen que ver con la verdadera tradición cristiana?

Quizás adelantaría la escena de la expulsión de los mercaderes del templo. Tomaría otra vez el látigo en sus manos y apagaría el costosísimo espectáculo de luces de láser de la estación de trenes Gran Central; o el que colma de colores al Empire State; o abriría a los pobres y a los negros de Harlem el Banco de la Reserva Federal donde se almacena una cuarta parte de los lingotes de oro del mundo; pero también, estoy convencido, que les daría acceso gratuito al disfrute de los más de 2 millones de obras de arte guardadas en el Metropolitan Museun of Art.

Tomaría de la mano, entonces, Annie Moore, la primera inmigrante que llegó a Nueva York en 1892 desde Irlanda, y se irían a apagar, juntos, las 30 mil bombillas coloridas del árbol para devolverle el verdadero sentido que Dios quiso darle a la Navidad.

Afirma la Associated Press que el abeto pesa nueve toneladas y pienso yo que no exista instrumento de medición capaz de establecer, con exactitud, el peso de la conciencia.


tomado de www.cristomorphosis.com

lunes, diciembre 11, 2006

Desenmascarando el Codigo Da Vinci

El Código y la Verdad (The Da Vinci Code and the Bible)

Por Bill Mitchell

El oficial de inmigración miró mi pasaporte y luego me miró a mí. Yo viajaba por los Estados Unidos de América.
—¿En que trabaja usted? —me preguntó.
—Soy traductor de la Biblia.
—¡Qué interesante! Yo he leído mucho acerca de la Biblia —dijo—. ¡Lástima que haya sido escrita cientos de años después que Jesús murió!
—Bueeeno. De hecho no sucedió así en cuanto a los cuatro Evangelios. El de Marcos se escribió probablemente apenas treinta años después de la muerte de Jesús —repliqué.
—¿De veras? —exclamó—. Un libro que leí dice que fue escrito cientos de años después, y el autor sostiene al principio que todo lo que dice en el libro es verdad. ¿Sabe usted de estas cosas? —Hizo una pausa y añadió—: Me imagino que sí sabe, sobre todo por el trabajo al que se dedica. De repente se fijó en la fila de pasajeros que había detrás de mí.
Rápidamente puso el sello en mi pasaporte, me lo devolvió y dijo:
—Lo siento; podría conversar toda la noche sobre este tema, pero usted tiene que tomar otro avión.Al tomar yo mi pasaporte y alzar mi valija, el oficial de inmigración me dijo:
— ¿Sabe? Creo que yo mismo debería leer el Nuevo Testamento.
—¡Esa es una gran idea! —le respondí.
Al igual que otros cientos de miles de personas, ese oficial había leído El Código Da Vinci. Y lo había encontrado muy convincente.La novela teje una fascinante historia relacionada con la búsqueda del Santo grial y sostiene que la Iglesia Católica Romana ha ocultado por siglos el verdadero significado de ese hecho. Alega, además, que el Santo grial era, en realidad, María Magdalena, amante y esposa de Jesús, de quien le había nacido una hija.
Después de la crucifixión, María Magdalena se fue, con su hija, a Francia, y allí continuó la ancestral descendencia a lo largo de los siglos.Mediante una serie de intrigas y subintrigas, un profesor de Harvard (Robert Langdon), una descifradora francesa (Sophie Neveu), una organización secreta llamada Priorato de Sión, miembros del Opus Dei y un aristócrata inglés (Leigh Teabing) están comprometidos en desenmarañar el misterio del Santo grial.La novela hace muchas afirmaciones acerca de quién era Jesús, del desarrollo de la iglesia cristiana primitiva, del papel que en ella desempeñaba María Magdalena, de cómo se escribieron los Evangelios y se formó el Nuevo Testamento, y acerca del papel que cumplió en la iglesia el emperador Constantino.En el prefacio el autor sostiene lo siguiente: «Todas las descripciones de obras de arte, edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son veraces» (p.11)*. Pero ¿son realmente verdaderas? En nuestro escrito vamos a investigar aquellos aspectos que tienen que ver con Jesús, la iglesia primitiva y el Nuevo Testamento.
Jesús, ¿un simple hombre?
Una de las afirmaciones más extrañas que encontramos en el libro es que los cristianos no consideraron que Jesús era divino sino hasta que así fue declarado por la iglesia en el Concilio de Nicea, en el 425 A .D. En efecto, leemos: «Durante ese encuentro se debatió y votó sobre muchos aspectos del cristianismo... y, por supuesto, la divinidad de Jesús... Hasta ese momento de la historia, Jesús era, para sus seguidores, un profeta mortal..., un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser mortal... El hecho de que Jesús pasara a considerarse “el Hijo de Dios» se propuso y se votó en el Concilio de Nicea» (p. 290).Mucho antes de que se celebrara el Concilio de Nicea, ya los cristianos creían firmemente que Jesús era divino. Los cuatro Evangelios muestran que Jesús era verdaderamente humano: comía, bebía, se entristecía, se enojaba, sufría, sangraba, y murió. También muestran esos Evangelios que Jesús era Dios.Marcos comienza el suyo con estas palabras: «Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios» (1.1). Y Juan, en su prólogo es igualmente claro: «En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios... El amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer» (1.1,17,18).
El apóstol Pablo, que redactó sus cartas sólo veinte o treinta años después de la muerte de Jesús (o sea, entre los años 50 y 60 d.C.), escribió estas palabras acerca de Jesús, dirigidas a los cristianos de Filipos: «Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo, y tomó la naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres...» (Filipenses 2.6,7).Desde fecha muy temprana en el ministerio de Jesús, los discípulos se sentían intrigados respecto de la identidad del Maestro. Después que él hubo calmado la tempestad, ellos se preguntaban:«¿Quién será este, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Marcos 4.41). En los siglos que siguieron, la mayoría de los cristianos creía que Jesús era humano y divino. No lo dudaban, pero discutían sobre cómo podía ser eso posible. Y ese fue uno de los asuntos que se debatió en Nicea.

El Nuevo Testamento, ¿creado por el emperador romano?
Además de sostener que un concilio de la iglesia, celebrado en el siglo cuarto, declaró que Jesús era divino, la novela asume la tesis de que la iglesia y Constantino destruyeron muchos documentos antiguos que eran históricamente fidedignos y que mostraban que Jesús era sólo un hombre y no Dios. En vez de esos documentos, prefirieron otros, unos pocos, entre los que se encontraban los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento:«...miles de seguidores de su tierra quisieron dejar constancia escrita de su vida... Jesús fue una figura histórica de inmensa influencia... para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más de ochenta evangelios, pero sólo unos pocos acabaron incluyéndose, entre los que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan... La Biblia tal como la conocemos en nuestros días, fue supervisada por el emperador romano Constantino el Grande, que era pagano» (p. 288).Estas aseveraciones no cuentan con el respaldo de lo que sí sabemos. En tiempos de Jesús, sólo cerca del 10% de la población del mundo grecorromano sabía leer y escribir, por lo que no había «miles de seguidores» que registraron por escrito los hechos de la vida de Jesús. No hay evidencia alguna de que más de ochenta evangelios hubieran sido tomados en consideración para ser incluidos en el Nuevo Testamento.Mateo, Marcos, Lucas y Juan no se cuentan «entre los que estaban» en el Nuevo Testamento, pues esos son los únicos Evangelios que se incluyen en el Nuevo Testamento. La novela también afirma que Jesús mismo mantuvo un registro escrito de lo que hacía —conocido ahora como documento Q—, y tal afirmación es falsa. (Véase el recuadro «Documento Q».)Los escritos cristianos más antiguos que tenemos son los de Pablo, datados, como ya se indicó, entre los años 50 y 60 d.C. Los Evangelios del Nuevo Testamento son los relatos más antiguos de la vida y del ministerio de Jesús de los que se tiene noticia, y fueron escritos entre los primeros años de la década del 60 y el 95 d.C. Los otros libros del Nuevo Testamento se escribieron alrededor de esas mismas fechas. Cuando los cristianos comenzaron a conferir a esos escritos la misma autoridad que le reconocían a la Biblia hebrea —casi 200 años antes de Constantino—, ya estaban decidiendo cuáles libros eran autoritativos.
En el siglo segundo, la creciente iglesia fue tomando diferentes formas y desarrolló una gran diversidad en su seno. Aparecieron nuevos «evangelios», algunos de ellos escritos para llenar los vacíos que había en los otros. Así se explican, por ejemplo, los llamados «evangelios de la infancia», que nos proveen material legendario relacionado con el niño Jesús. Otros provinieron de maestros o se originaron en grupos que entendieron la fe cristiana de diferente manera. Los líderes de la iglesia consideraron que estos —como los que manifestaban ideas gnósticas— eran heterodoxos. (Véase recuadro «Gnosticismo».) Estos son los documentos que Leigh Teabing sostiene que fueron destruidos por orden de Constantino y reemplazados por los Evangelios que tenemos en el Nuevo Testamento.Y luego añade: «Por suerte para los historiadores algunos de los evangelios que Constantino pretendió erradicar se salvaron» (p. 291). Y con esas palabras se refiere a manuscritos como los Rollos del Mar Muerto, el Evangelio de María, y los documentos de Nag Hammadi (como el Evangelio de Felipe y el Evangelio de Tomás). (Véanse los respectivos recuadros.) No obstante, ¿sucedió de verdad así?Los escritos de los dirigentes de la iglesia en la segunda mitad del siglo segundo, mucho antes de Constantino, nos muestran una realidad diferente. En el 150 d.C., Justino Mártir escribe acerca de las «memorias de los apóstoles», con lo que probablemente se refiera a los cuatro Evangelios que son parte del Nuevo Testamento. Alrededor del 170, su discípulo Taciano compiló el Diatessaron, una armonía de los Cuatro Evangelios. En el 180 d.C., Ireneo escribió sobre los cuatro Evangelios como Evangelios reconocidos por las iglesias.La lista de libros canónicos del Nuevo Testamento más antigua que se conoce es el Canon de Muratori. El original de esta lista probablemente se escribió en la segunda mitad del siglo segundo, quizás en Roma, alrededor del 190 d.C. Contiene 22 de los 27 libros del Nuevo Testamento e incluye los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y ningún otro.
Fue la iglesia la que decidió cuáles Evangelios estaban revestidos de autoridad, y esos Evangelios muestran, como ya hemos indicado, que Jesús era humano y divino. No fue una imposición tardía por influencia de Constantino en su intento de encontrar algún personaje divino especial para consolidar las bases de su propio poder político.

Constantino, ¿cristiano o pagano?
Según Leigh Teabing, Constantino transformó el cristianismo en aras de sus propios propósitos políticos. Ya hemos visto que es imposible sostener su tesis de que el Emperador eliminó aquellos evangelios que celebraban la humanidad de Jesús y en su lugar canonizó los que mostraban que era divino.Constantino, ¿era cristiano? ¿Está en lo correcto Teabing cuando afirma que Constantino «fue pagano toda su vida y le bautizaron en su lecho de muerte, cuando ya estaba demasiado débil como para oponerse»? (p. 288).Eusebio, el escritor cristiano del siglo cuarto que ha sido considerado «padre de la historia de la iglesia», escribió una biografía de Constantino. Él afirma que en el 312 d.C. Constantino vio una señal sobrenatural antes de una batalla muy importante. Era el signo de la Cruz. Esa noche soñó que Cristo se le acercaba con el mismo signo y le decía que lo usara como protección contra sus enemigos. Su victoria en aquella batalla, bajo el signo de la Cruz, lo llevó a hacerse cristiano. Un año más tarde ordenó el fin de la persecución de los cristianos y se proclamó el Edicto de Milán en el que se decretaba la libertad religiosa en todo el Imperio.Aunque no conocemos todos los detalles, la conversión de Constantino fue uno de los acontecimientos más significativos en la historia de la civilización occidental. El cristianismo pasó de ser una religión minoritaria perseguida a ser la religión del propio emperador. Si este trató de usar el cristianismo para unificar el Imperio, como afirma la novela, entonces tenía que enfrentarse a un serio problema: ¡la iglesia misma estaba dividida a causa de muchas discrepancias teológicas!
La verdadera razón por la que se convocó a más de 200 obispos para que se reunieran en Concilio en la ciudad de Nicea, en el año 325, fue precisamente para tratar los temas que estaban causando disputas entre ellos.

Jesús, María Magdalena y la iglesia
Uno de los personajes principales de la novela es María Magdalena. El libro sostiene que ella fue desplazada de su verdadero puesto en el liderazgo de la iglesia por los dirigentes varones y por la manipulación que Constantino hizo del canon del Nuevo Testamento. Recurriendo a pasajes del Evangelio de María (véase el recuadro) y del Evangelio de Felipe (véase recuadro), a María Magdalena se la presenta como la esposa de Jesús y la madre de su hija.María Magdalena era de la ciudad de Magdala, ubicada a unos 5 km de Tiberias, en el lado occidental del Lago de Galilea. Era una ciudad predominantemente no judía y los judíos la miraban con desprecio por ser una ciudad licenciosa. No hay evidencias de que María fuese «de la casa de Benjamín» o de que descendiera «de reyes» (p.309).De las mujeres que seguían a Jesús, María misma era una de las más prominentes. Fue parte de un gran grupo de mujeres que proveían los medios necesarios para Jesús y sus discípulos (Lucas 8.2). Había sido sanada por Jesús: era aquella «de la que habían salido siete demonios». Se la menciona específicamente como una de las que comunicaron a los apóstoles que Jesús había resucitado... aunque sólo fuera para que no le hicieran caso (Lucas 24.10-11).En los Evangelios sinópticos, cuando se relatan estos hechos siempre es la primera de las mujeres que se mencionan. El Evangelio de Juan relata su encuentro con Jesús resucitado (20.11-18) y sólo en ese relato se la llama simplemente «María» (v. 11 y 16).
Quizás el papel especial que desempeñó María como testigo de la resurrección y el hecho de que en los Evangelios canónicos se hable de su encuentro con Jesús junto a la tumba, hicieron que posteriormente se ampliaran las informaciones relacionadas con su vida. En algunos documentos de los siglos segundo y tercero, especialmente en los de tendencias gnósticas, María ocupa una posición muy importante. De esos documentos se alimenta la trama de la novela. Sin embargo, no todos esos documentos presentan a María en la misma perspectiva. En un pasaje del Evangelio de Tomás (véase el recuadro), Pedro se opone a que María esté con ellos, pues según él las mujeres no son dignas de la vida. La respuesta que ahí se le atribuye a Jesús es intrigante: «Mira, yo la traeré y la haré varón. Ella será espíritu viviente, similar a vosotros los varones. Porque cualquier mujer que se haga varón, entrará en el Reino de los cielos» (fragmento 114, traducción de Manuel Alcalá).Así, pues..., ¿estuvo Jesús casado con María? El libro insiste en que «ese matrimonio está documentado en la historia» (p.305). Sin embargo, no hay ni siquiera un solo documento antiguo que indique que Jesús estuviera casado, y, por ende, ni que estuviera casado con María Magdalena. Robert Langdon afirma: «las pautas sociales durante aquella época prácticamente prohibían que un hombre judío fuera soltero. Según la tradición judía el celibato era censurables» (ibídem). Pero esto es simplemente falso.
Por ejemplo, en tiempos de Jesús muchos miembros de la comunidad esenia eran solteros. La opinión de Leigh Teabing de que Jesús era casado se basa en una traducción errónea de un versículo del Evangelio de Felipe (véase el recuadro).

Los rollos del Mar Muerto
En la primavera de 1947, unos beduinos, pastores de cabras que registraban los acantilados del Mar Muerto cerca del Wadi Qumrán en busca de un animal extraviado, dieron con una cueva en cuyo interior había tinajas llenas de manuscritos. En los años inmediatamente después de este hallazgo se encontraron otras diez cuevas en las colinas aledañas a Qumrán. De estas cuevas salieron a la luz nuevos rollos y también miles de fragmentos de rollos: restos de más o menos 800 manuscritos que databan de entre el 200 a .C. y el 68 d.C. aproximadamente.Los manuscritos de las cuevas de Qumrán incluyen copias muy antiguas de libros bíblicos en hebreo y arameo, himnos, oraciones, otros escritos judíos y textos que al parecer trataban de las creencias del grupo de judíos que vivían en aquellos lugares. La mayoría de los especialistas cree que la comunidad de Qumrán era una comunidad de esenios, una de las cuatro «filosofías» judías descritas por Josefo, el historiador judío del siglo primero.No sabemos con exactitud quiénes escribieron los rollos, pero sí podemos decir que sus autores parecen haber estado relacionados con el sacerdocio, fueron dirigidos por sacerdotes, rechazaban el sacerdocio de Jerusalén, promovían un estilo de vida estricto y piadoso y esperaban un inminente enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal.La «biblioteca de Qumrán», como ha sido denominada, ha arrojado luz sobre el texto de la Biblia hebrea y su transmisión. Nos ha ayudado a entender mejor el desarrollo del judaísmo primitivo y ha iluminado el trasfondo cultural del judaísmo tardío y del cristianismo primitivo. Sin embargo, no incluye ningún evangelio ni documento alguno que hable de Jesucristo o del movimiento cristiano.Todos los rollos y fragmentos son documentos judíos. No hay base alguna para la afirmación de Teabing de que «los manuscritos del Mar Muerto se encontraron en la década de mil novecientos cincuenta en una cueva cercana a Qumrán, en el desierto de Judea... [y que] esos documentos hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos» (p. 282).Tampoco es verdad que los rollos del Mar Muerto sean «los primeros documentos del cristianismo» (p. 305).

GnosticismoGnosticismo es un término general que los especialistas han usado para referirse a un cierto número de religiones del segundo y tercer siglos.La palabra procede del griego gnosis, que significa «conocimiento». Los gnósticos se percibían a sí mismos como un grupo privilegiado poseedor de la clave que llevaba al secreto de la salvación. Sólo su propio conocimiento místico de un Dios que de otra manera sería incognoscible podía producir paz íntima y salvación. Muchos gnósticos se consideraban a sí mismo cristianos, pero creían firmemente que su exclusiva gnosis espiritual los hacía superiores a los otros cristianos.Durante muchos siglos, la mayor parte de lo que se sabía del gnosticismo se encontraba en los escritos de sus críticos y detractores. Pero en 1945 se descubrió una antigua tinaja de barro en Nag Hammadi (Egipto), que contenía 13 libros entre los que había escritos gnósticos. Estos libros proveen información acerca de la naturaleza radical de la teología gnóstica.En su esencia, los gnósticos creían que había dos realidades o mundos separados. Uno es el mundo de la luz espiritual, gobernado por un único Ser, trascendente e indescriptible. El otro es el mundo material de la oscuridad y de la ignorancia, y en él viven los seres humanos. El conocimiento es el puente que le permite a uno escapar del mundo de la materia para entrar en el mundo del espíritu. Jesús no es el Hijo de Dios en forma humana que muere y resucita para redimir a la humanidad del pecado. Es, más bien, el gran revelador de la gnosis.Algunos dirigentes gnósticos habían sido originalmente miembros de las diversas comunidades cristianas. Uno de ellos fue Valentino, teólogo de Roma, de alrededor de los años 140 y 150. Fue un intelectual brillante y elaboró una visión de la creación del mundo, de la condición humana y del camino a la verdadera iluminación. Otros líderes eclesiásticos se sintieron turbados por la rápida expansión del gnosticismo y lo consideraron un peligro para el bienestar de la iglesia. Aun en el Nuevo Testamento hay unos pocos vestigios de la terminología gnóstica. Timoteo, por ejemplo, recibió esta advertencia: «...cuida bien lo que se te ha confiado. No escuches palabrerías mundanas y vacías, ni los argumentos que opone el falsamente llamado conocimiento ( gnosis) de la verdad; pues algunos que profesan esa clase de conocimiento, se han desviado de la fe» (1 Timoteo 6.20,21).El movimiento gnóstico terminó siendo clandestino y la mayoría de sus escritos destruidos.
El Evangelio de Tomás
Muy a comienzos del siglo 20, cuando se hacían excavaciones arqueológicas en la antigua biblioteca de Oxyrrynchus (Egipto), se descubrieron tres fragmentos separados de versiones griegas del Evangelio de Tomás. Después, en 1945 y en Nag Hammadi (Egipto), se descubrió, entre una colección de textos gnósticos, el texto completo de ese mismo Evangelio, escrito en copto.Este «Evangelio» es una colección de 114 «dichos secretos» de Jesús, que, así dice, fueron escritos por el «Dídimo» Judas Tomás. Algunas leyendas sostienen que este Tomás era mellizo de Jesús. Aparte de esos dichos, no se incluye ningún otro material: no hay milagros, ni narraciones de ningún tipo, ni se dice nada de la muerte ni de la resurrección. El autor no está interesado ni en la vida ni en la muerte y resurrección de Jesús. En lugar de ello, centra su atención en las misteriosas enseñanzas que él impartió. Desde el principio afirma:«Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte».Más de la mitad de los dichos son semejantes a los que encontramos en los Evangelios del Nuevo Testamento. Por ejemplo: Jesús dijo: Si un ciego guía a un ciego, caen juntos en un hoyo (34).También contiene dichos y parábolas que no se encuentran en los cuatro Evangelios canónicos, y versiones diferentes de dichos de Jesús bien conocidos, como este: Ningún profeta es aceptado en su aldea; ningún médico cura a aquellos que le conocen (31).Algunos dichos son totalmente diferentes y revelan ideas gnósticas:
Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya,y los que están vivos no morirán. Cuando comían lo que estaba muerto, lo hacíanrevivir; ¿qué vais a hacer cuando estén en la luz? El día en que eran una misma cosa, sehicieron dos; después de haberse hecho dos, ¿qué van a hacer? (11).
Según este Evangelio, los seres humanos son espíritus que han caído de la esfera divina y han sido atrapados en cuerpos materiales, como si estuvieran prisioneros. En un tiempo fueron un espíritu unificado, pero se han convertido en dos: un cuerpo y un espíritu. Ahora deben liberarse del cuerpo para ser uno de nuevo. La salvación es sólo para aquellos que entienden esto y adquieren el conocimiento necesario para liberarse de estos cuerpos. Esos son los que descubren el verdadero significado de los dichos (1). Jesús es quien da ese conocimiento. Es el revelador divino del conocimiento secreto que produce la liberación de este mundo material malo. En esta teología, la muerte y la resurrección de Jesús no son importantes para la salvación.Algunos especialistas piensan que este documento, y otros que también llevan el nombre de Tomás, pertenecen a una cierta tradición del cristianismo primitivo. Consideran que es el documento más importante y auténtico de los escritos del cristianismo primitivo, aparte del Nuevo Testamento. El nombre de Tomás estuvo vinculado, geográficamente, con la región de Siria, quizás porque Tomás mismo o algunos discípulos que lo tenían como su mentor vivieron en una época en esa región. Sin embargo, aunque algunos de los dichos son muy antiguos y puede trazarse su origen hasta Jesús mismo, el documento como tal fue escrito algún tiempo después de los Evangelios del Nuevo Testamento, en el siglo segundo, y no fue incluido en el Nuevo Testamento cuando se formó este.
El documento Q
Eruditos bíblicos alemanes que, en el siglo 19, investigaban las fuentes que los escritores de los Evangelios pudieran haber utilizado, notaron que Mateo, Marcos y Lucas tenían una gran cantidad de material en común. Notaron también que Mateo y Lucas compartían cierto material que no se encontraba en Marcos, como, por ejemplo las Bienaventuranzas y el Padrenuestro.A la luz de esas observaciones, formularon una hipótesis para explicar este último caso: el material común a Mateo y Lucas procedía de lo que se ha llamado «documento Q» (de quelle, palabra alemana que significa «fuente»). Esta es una hipótesis que da por sentado que tal documento existió en griego en una época tan temprana como el año 50 del primer siglo. La existencia de tal documento se debate intensamente entre los especialistas. Sin embargo, los primeros escritores cristianos no lo mencionan y, hasta ahora, no se ha encontrado.Este no es un evangelio sobre el ministerio de Jesús escrito por él mismo, como, respecto de «Q», sostiene Leigh Teabing en El Código Da Vinci («se trata de un libro con las enseñanzas de Jesús escritas tal vez de su puño y letra… ¿Por qué no habría Jesús haber llevado un registro de su Ministerio? En aquellos tiempos todo el mundo lo hacía», p.318).
El Evangelio de María Magdalena
Este texto fue supuestamente escrito por María Magdalena y se ha preservado en dos fragmentos del siglo tercero (P. Rylands 463 y P. Oxyrrynchus 3525) y en un manuscrito copto incompleto del siglo quinto (Berolinensis Gnosticus 8052,1). El libro mismo fue redactado probablemente en la última parte del siglo segundo. Contiene ideas acerca de la salvación que son similares a las que se encuentran en los textos gnósticos.Aunque no tenemos el texto completo, podemos notar que el Evangelio se divide en dos partes. En la primera, Jesús resucitado les da una revelación a sus apóstoles. Les muestra la verdadera naturaleza del pecado, los bendice y exhorta, los comisiona para que prediquen el evangelio y luego se va. Ellos quedan tristes cuando él parte, pero María los consuela y alienta para que mediten en lo que Jesús ha dicho. María ha recibido una revelación especial de Jesús, y Pedro le pide que les cuente lo que Jesús le ha dicho a ella personalmente.En la segunda parte, María describe la visión que recibió. Desafortunadamente, faltan cuatro páginas de esta sección del manuscrito y sólo conocemos el principio y el final de la visión. Al parecer, ella tuvo una conversación con Jesús, quien le explicó cómo puede el alma humana ascender más allá de los cuatro poderes que gobiernan el mundo para hallar así el descanso eterno.El hecho de que Jesús se le apareciera a María a solas en una visión y le explicara cosas que había ocultado de los apóstoles hace que ella tenga, en este Evangelio, una relación especial con Jesús. El Evangelio se cierra con la narración de cuando Pedro y Andrés cuestionan la visión de María y su afirmación de que la había recibido. Entonces Leví les dice a sus colegas que Jesús «la amó a ella más que a nosotros», y los conmina a ir y predicar el evangelio tal como Jesús les ordenó. Así hacen, y el Evangelio termina.El texto pertenece al género de «diálogo gnóstico» y refleja algunas de las tensiones que se suscitaron en el cristianismo del segundo siglo. Pedro y Andrés representan las posiciones ortodoxas que niegan el valor de tales visiones y no aceptan que las mujeres tengan autoridad para enseñar. Se muestra que María es superior por su relación especial con Jesús, por el conocimiento que ha recibido y por el papel que desempeña al ser la que alienta a los entristecidos apóstoles.
El Evangelio de Felipe
En 1945, en Nag Hammadi, se descubrió un manuscrito del Evangelio de Felipe, escrito en copto. Tal Evangelio era totalmente desconocido antes de este descubrimiento. Se trata de un texto gnóstico, compilado probablemente en el siglo tercero. No es un evangelio narrativo, como los que forman parte del Nuevo Testamento, ni una colección de dichos, como el Evangelio de Tomás [copto]. Es, más bien, una colección de reflexiones místicas tomadas de sermones, discursos y meditaciones teológicas, atribuida a Felipe, el discípulo de Jesús.Puesto que los textos no tienen un contexto narrativo, son muy difíciles de interpretar, sin embargo, el uso de ciertas palabras clave al organizar el material ayuda a identificar los temas. Uno de estos es el contraste entre los que pueden entender y los que no pueden. Los textos hablan del conocimiento al que todos tienen acceso y del conocimiento que es sólo para los iniciados. Existen los no iniciados que son inmaduros, a los que se los llama «hebreos», que se refiere en realidad a los cristianos estándar o normales.Y existen también los iniciados que son maduros, llamados «gentiles», o sea, los propios gnósticos. De los no iniciados se dice que han errado en muchas de sus creencias, como por ejemplo, al interpretar la resurrección de Jesús como si fuera un acontecimiento histórico (v. 21) y no como expresión simbólica de una verdad más profunda.Los sacramentos cristianos desempeñan un papel importante en este documento. Se mencionan específicamente cinco: un bautismo, una unción, una eucaristía, una redención y una cámara nupcial (v.68).Desafortunadamente, resulta difícil saber qué significaban para el autor o si en realidad se practicaban y cómo lo hacían. Algunos han sugerido que el Evangelio de Felipe es una colección de extractos tomados principalmente de un catecismo gnóstico cristiano sobre los sacramentos.Los textos han provocado mucho debate, pero ninguno, en años recientes, como el v. 55, que es también fragmentario:
La Sofía —a quien llaman «la estéril »— es la madre de los ángeles; la compañera[……………] Magdalena. [……………………] más que a […] los discípulos (y) la besó en la [……………..]. Los demás [.........] le dijeron: «¿Por qué [……….] más que a todos nosotros?» El Salvador respondió y les dijo: «¿A qué se debe el que no los quiera tanto como a ella?».
Por muy curiosos que seamos, esas lagunas no las podemos completar con certeza. Menciona que Jesús besó a María, pero no dice dónde. En El Código Da Vinci (p.306) se usa este versículo y el 36 (Tres [eran las que] caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera) para respaldar la idea de que Jesús y María estaban casados.Teabing afirma: «como le diría cualquier estudioso del arameo, la palabra “compañera”, en esa época, significaba literalmente “esposa”». De hecho, la palabra usada en el manuscrito copto no es aramea, sino un préstamo del griego — koino¯nos—que significa «asociado», «camarada», «amigo», «compañero».
El Nuevo Testamento, el documento confiable
A modo de resumen: las ideas que se desarrollan en la novela proceden de la creativa imaginación de Dan Brown y no de lo que conocemos del Jesús de la historia. La popularidad que ha alcanzado la novela muestra que la gente está fascinada con teorías de conspiración, ¡y aún más si estas tienen que ver con la iglesia! Al mismo tiempo, muestra también que la gente sigue fascinada con Jesús, lo que debe desafiar a sus seguidores a aprender más acerca de los orígenes de la fe cristiana. Si lo hacen, descubrirán que los documentos que forman el Nuevo Testamento son confiables, y los capacitarán para estar siempre «preparados a responder a todo el que pida razón de la esperanza que tienen» (1 Pedro 3.15).Los escritores continuarán produciendo libros y novelas basados en la vida de Jesús, pues, tal como el Evangelio de Juan nos recuerda, «Jesús hizo muchas cosas; tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse» (Juan 20.25).–––––––––––––––––––––*


Todas las citas están tomadas de Dan Brown, El Código da Vinci (Barcelona: Ediciones Urano, 2003).
El doctor Bill Mitchell es Coordinador de traducciones para las Américas de Sociedades Bíblicas Unidas.
NOTA: El presente artículo ha sido tomado del número 278 de la revista La Biblia en las Américas , actualmente en circulación.

martes, octubre 31, 2006

Introduccion al Cristianismo En audio y tambien unos sermones

1. Introducción al Cristianismo:
Curso Introductorio al Cristianismo en Formato Audio Windows Media.
Tema 1 Dios Te Ama - Pulsando Aquí!!
Tema 2Un Dios en quién Confiar - Pulsando Aquí!!
Tema 3 ¿Cómo ser cristiano? - Pulsando Aquí!!
Tema 4 Comenzar de Nuevo - Pulsando Aquí!!
Tema 5 ¿Cómo ser justos? - Pulsando Aquí!!
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Como Oramos?

Quiero compartir este articulo que recibo via correo electronico gracias a mi hermana Yomaris y que de verdad ha revolucionado mi vida devocional, espero que sea de mucha bendicion para ustedes:


COMO ORAMOS?

A fin de estar listo para comenzar mis oraciones a las seis de la mañana, tenía que levantarme a las cinco; y lo hacía. Día tras día salía a rastras de la cama para orar y leer la Biblia durante una hora

Pero una vez no pude hacerlo -sencillamente estaba demasiado cansado para levantarme-, y ¡a lo largo de toda la jornada me sentí culpable!. Sin embargo, llegó el día en que descubrí que Cristo vive en nosotros, y que podemos gozar de un diálogo continuo con él. Al principio, cuando empecé a tener comunión con el Señor durante todo el día, seguía poniéndome de rodillas a las seis de la mañana, como de costumbre; pero la diferencia estaba en que al incorporarme seguía hablando con él.

Cierto día, tras levantarme después de mi período devocional matutino, Jesús me preguntó: "¿por qué te arrodillas ahí? Acaso no hablas conmigo durante todo el tiempo, incluso si no estás de rodillas?".

Entonces empecé a darme cuenta de que cuando hablaba con Jesús a lo largo de todo el día, aquello formaba para mí parte de la vida real: era una relación con sentido. Pero el orar una hora cada mañana no suponía vida para mí; sino que era estar atado a una religión. Disfrutaba de mi conversación con Jesús durante toda la jornada; sin embargo el tiempo devocional lo tenía como una obligación.

Creo que hay muchisimas personas esclavizadas a un sistema religioso en sus vidas diarias porque no entienden que andar en el Espíritu es estar continuamente conscientes de la permanente presencia de Cristo dentro de nosotros.

Hoy me doy cuenta de que tengo una actitud como para mantener un diálogo continuo con él. Tan pronto como me despierto por la mañana, me desperezo y bostezo; luego digo: -Buenos días, Señor Jesús. ¿Cómo estás? (¡Esto mientras todavía me encuentro en la cama, no de rodillas!)

-Muy bien -me contesta-, ¿y tú Juan?
-Magnificamente -respondo-; he dormido muy bien esta noche.
-Ya lo he visto.
-Señor -expreso -, me parece que voy a quedarme en la cama unos pocos minutos más.
Como es mi amigo, y quiere que el día me vaya bien, me insta:
-Levántate, Juan. Sabes muy bien que cuando te quedas en la cama luego terminas corriendo. ¿Por qué vas a estropear la mañana con las prisas? Estás despierto, ¿no? Levántate y podrás disponer de mucho tiempo.

-Si Señor, pero... -Vamos, levántate. Tal vez el domingo puedes quedarte durmiendo; pero hoy sal de la cama para que no tengas luego que correr. De modo que me pongo en pie y voy al cuarto de baño para ducharme. Mientras lo hago continúo dialogando con él.

-Señor -le digo-, entretanto que me lavo por fuera, ¿no podrías limpiarme tú por dentro?
-¡En verdad lo necesitas, Juan! -me contesta.
Cuando acabo mi ducha él comienza a enseñarme a ser un buen esposo.

Ya que he dejado un charco de agua en el cuarto de baño, me dice: -Juan, seca el suelo; ahí tienes la esponja. Limpia también el lavabo.
-Señor -aduzco- mi esposa puede hacerlo después. Ella dispone de más tiempo. . . -Hazlo tú mismo, Juan -me ordena-. Vamos, quiero enseñarte a ser un buen esposo.

-Sí Señor - y me pongo a limpiar aquel desaliño.
Luego, él me pregunta: -¿Cómo te sientes ahora?
-Extraordinariamente, Señor. El mostrar amor hacia otros produce de veras un sentimiento agradable.

Entonces vuelvo al dormitorio y me digo a mí mismo: -Veamos qué ropa me pongo hoy. Llevaré estos pantalones grises con la chaqueta azul. Vaya, pero esta chaqueta azul está arrugada. ¿Y qué tal la marrón? No, no pega con los pantalones grises. Bueno, me pondré los de color marrón.

Para entonces ya tengo varias prendas extendidas sobre la cama, y planeo dejarlas ahí para que mi esposa las guarde.

De nuevo el Señor me dice: -¡Juan -¿Sí?
-Cuelga esa ropa.
-Pero mi esposa puede hacerlo. . . -Hazlo tú mismo.
-Si, Señor.
De manera que vuelvo a colgar todas las prendas donde estaban, y la habitación recupera su aspecto ordenado.
-¿Cómo te sientes ahora?
-Muy bien, Senor, realmente bien. Oh, es hora de partir como un rayo hacia la oficina o perderé el autobús.

Estoy a punto de salir por la puerta, cuando el Señor me dice:
-Juan Carlos.
-No has dado un beso a tu esposa.
-Pero Señor, es tarde. . . -Ven, hazlo; o ella estará resentida el resto del día.
-Hasta luego, queridita -digo a Marta -, me voy.
Y al salir me detengo un momento para besarla.
-Vaya -me dice aliviada de ver que no me olvido de ella-, creía que ibas a marcharte sin darme ni siquiera un beso.
-Gracias, Jesús -susurro, agradecido de que él sepa mostrar amor en todas esas pequeñas cosas que son importantes para las mujeres.

Cuando la gente me oye hablar de mis conversaciones con Jesús, pregunta: -¿Y cómo encuentra usted qué decirle?, ¿Piensa acaso que Jesús viene a nuestros corazones sólo para hablarnos acerca del bautismo o del milenio? Claro que no. El quiere enseñarnos a vivir -a ser esposos amantes y buenos padres-; de modo que habla conmigo durante todo el día, y yo con éI. Conversamos sobre cada asunto.

Si escuchásemos la forma que muchos de nosotros tenemos de orar, comprenderíamos que no conocemos realmente a Jesús como nuestro mejor amigo. Cuando uno tiene un amigo, habla con él mientras comparte las cosas corrientes de la vida. Su vocabulario, sus frases y los temas que trata son diferentes si está en su compañia que cuando se encuentra con alguien a quien solo ve ocasionalmente. Con un amigo, se deja de lado el protocolo y se tiene un trato íntimo.

Si usted posee vida en vez de religión, sus relaciones con Jesús serán íntimas ya que está usted creciendo en su amistad. Lo que hable con él será nuevo cada día.

Yo era un pastor soltero, y Marta uno de los miembros de mi iglesia. Cierto domingo por la mañana, después del culto, salí del edificio de la iglesia y me encontré con ella en compañia de un grupo de chicas.
-Marta -expresé -, me gustar

ía hablar con usted en privado si es posible.
-¿Quiere decir ahora? -preguntó.
-Bueno, pienso que estaría bien hacerlo ahora -fue mi respuesta.
-Claro, pastor.

Marta vino a mi oficina, y le dije: -Hermana Marta, me pregunto si ha notado que siento algo diferente hacia su persona que hacia el resto de las hermanas de la iglesia.
Ella se puso pálida.
-No. . . pastor -balbuceó- no lo había notado.
-Bueno -expresé yo-, me gustaria que empezase usted a hacerlo.

Ahora, suponga usted que después de mi conversación con Marta aquel primer domingo por la mañana, hubiera vuelto a decirle al siguiente domingo: -Hermana Marta, me pregunto si ha notado que siento algo diferente hacia su persona que hacia el resto de las hermanas de la iglesia.
Y un domingo más tarde: -Hermana Marta, me pregunto si ha notado. . . -¡Callese! -me habría gritado.

De haber sido asi, nunca nos hubiéramos casado ni criado cuatro hijos; porque una relación no puede desarrollarse cuando utilizamos siempre las mismas palabras protocolarias.

Eso se lo dije solo la primera vez. Desde entonces creció nuestra amistad; y ahora no tengo que repetir aquellas mismas cosas, porque hablamos, tenemos comunión, y estamos enamorados el uno del otro. Entre nosotros se ha desarrollado una grandísima intimidad en la cual lo compartimos todo.

Pero escuché las oraciones de muchos en los cultos -año tras año dicen lo mismo-: "Amado Padre celestial, venimos a tu presencia esta mañana; te damos gracias por esta reunión; te pedimos que estés con los que no han podido venir; nos acordamos de las viudas, de los misioneros. ¿Cómo podemos decir siempre las mismas cosas al Señor en nuestras oraciones? El debe sentirse aburrido con todo ese protocolo. Algunas veces pienso que tiene que preguntarse: "¿Es una cinta "cassette" o lo dice la persona misma?".

Dios es el Padre de usted, y Jesús su hermano; ¡El vive en su interior! Cristo desea experimentar esa relación con su persona, no escuchar su religión.
La iglesia es la novia de Cristo; mantenemos una relación con alguien que ha de ser nuestro esposo. Estamos enamorados de él, y él es nuestro mejor amigo.

Uno de los himnos que cantamos, dice: "El vive, él vive, hoy vive el Salvador; conmigo está. . .". ¿Es esa realmente su experiencia? ¿Anda y habla usted con él en todas las situaciones de la vida?

Muy a menudo voy al supermercado a comprar. Si es usted como yo, cuando lo hace tendrá la tendencia a adquirir muchas cosas que no necesita. Al ver algo en uno de los estantes, me digo para mí: "Lo voy a comprar".

Mientras lo hago, Cristo todavía se halla dentro de mí, y me dice: -No necesitas eso, Juan.
-Gracias, Señor -le respondo.
¿Ve? El me ayuda a comprar; y lo mismo hará con usted si presta oído a su voz.
En algunas ocasiones oigo un chisme: -El hermano tal y tal, ese tremendo predicador. . . -y allá que sale cierto rumor escandaloso acerca de dicho hermano.
-¡No! -digo yo.
-Si -me asegura la otra persona.

Un momento después estoy con otro hermano: -¿Sabes lo que ha pasado con tal y tal?. . . En ese momento, una voz me habla:
-No lo digas.

Antes de saber que se trataba de la voz de Jesús, yo seguía adelante y decía todo lo que pensaba decir; y luego me sentía mal. Pero he aprendido a escuchar esa voz y a obedecerla: eso significa ser obediente a los mandamientos del Señor bajo el Nuevo Pacto.

No puedo contarle a usted acerca de muchas de mis conversaciones con Jesús, porque se escandalizaría. Muchos de ustedes no creerían que hablo realmente con él como lo hago. Pero cuando existe una profunda amistad entre dos personas, la intimidad permite compartirlo todo.

Jesús está con nosotros todo el tiempo; no solo para perdonar nuestros pecados -lo cual también hace-, sino para impedir que caigamos. Si tuviéramos una comunión constante con él, la santidad nos vendría muy fácilmente.

Tal vez diga usted: -Hermano Ortiz, ¿cómo sabe que es Jesús quien le habla? También la carne puede hablarnos, y Satanás... Escuche: Si no sabemos esto, no sabemos nada; ya que los hijos de Dios son aquellos que son guiados por el Espíritu.

El Señor prometió: "Pondré dentro de vosotros mi Espíritu; y hare que andéis en mis caminos". Y Jesús dijo: "El Espíritu de verdad os guiará a toda verdad. . . os enseñará todas las cosas".
Si la manera que tiene de hablar con nosotros no es todo lo clara que puede ser, sus promesas no tienen sentido.


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Omar A. Parra P.
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martes, octubre 10, 2006

Y como tratas tu?

Lo trataron como a rey

Lectura: Mateo 25:31-46

(Mateo 25:35) "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis

Se ha sabido que el rey Abdalá II, gobernante de Jordania desde 1999, se disfraza para ir a los lugares públicos. Su propósito es hablar con gente ordinaria, averiguar lo que están pensando, y comprobar cómo tratan los empleados civiles a su pueblo. Ha visitado hospitales y oficinas gubernamentales para enterarse de la clase de servicio que dan.

Al rey se le ocurrió la idea mientras se encontraba en Nueva York. No podía salir de su hotel sin que lo acosaran, así que se puso un disfraz. Dio resultado, por eso lo probó en su país. Informó que una vez empezó esta práctica, los servidores civiles y empleados de
hospital comenzaron a tratar a todo el mundo como a rey.

Imaginan cómo era cuando Cristo vino al mundo la primera vez. El Dios del universo andando entre los seres humanos y ni siquiera se dieron cuenta. Se portaron tan amablemente o tan vilmente como siempre actúan en la presencia de Dios manifestado en la carne.

La realidad es que aunque tú nunca lo veas en la carne así, "... no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta." (Hebreos 4:13). ¿Sabes qué? La Biblia dice que Dios aveces envía a ángeles para probarnos y para ver exactamente cómo tratamos a nuestro prójimo. Pero no es como que Él no lo supiera ya.

Cuando Cristo venga como Rey juzgará a las naciones (Mateo 25:31-46). Dijo que ese juicio estará basado en la manera como la gente lo trató a Él cuando tenía hambre, sed, era un extraño, estaba desnudo, enfermo o en la cárcel. Aquellos a quienes se esté juzgando preguntarán cuándo lo vieron en esas situaciones, y Jesús dirá: "... en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" ( v.40).

Puesto que todas las personas son creadas a imagen de Dios, y como Jesús nos enseñó con sus palabras y ejemplo que a Él le importa mucho cómo tratamos a los demás, debemos tratar a todo el mundo con amabilidad y compasión. Tratemos a los demás como a reyes.

NUESTRO AMOR A CRISTO ES TAN REAL COMO NUESTRO AMOR A NUESTRO PRÓJIMO.

(II Corintios 8:21) pues nos preocupamos por lo que es honrado, no sólo ante los ojos del Señor, sino también ante los ojos de los hombres.

Hno. Prince Parker



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Omar A. Parra P.
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Mira los gansos

 

 Mira los gansos

 

El próximo otoño cuando veas los gansos dirigiéndose al sur para el invierno, fíjate que vuelan formando una "V". Tal vez te interese saber lo que la ciencia ha descubierto del porqué vuelan de esa forma. Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas produce un movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de el. Volando en "V" la bandada completa aumenta por lo menos un 71 por ciento más de su poder que si cada pájaro volara solo. 

Las personas que comparten una dirección común y tienen sentido de comunidad pueden llegar a donde deseen más fácil y rápidamente porque van apoyándose mutuamente.

Cada vez que un ganso se sale de formación siente inmediatamente la resistencia del aire se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a su formación para beneficiarse del poder del compañero que va delante. Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos con aquellos que se dirigen en nuestra misma dirección.

Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar.

Obtendremos mejores resultados si tomamos turnos haciendo los trabajos más difíciles. Los gansos que van detrás graznan (producen el sonido propio de ellos) para alentar a los que van delante a mantener la velocidad. Una palabra de aliento produce grandes beneficios.

Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta que está nuevamente en condiciones de volar o hasta que muere, y sólo entonces los dos acompañantes vuelven a otro grupo. Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos uno al lado del otro apoyándonos y acompañándonos.

Al leer una y otra vez este ensayo uno se siente tentado en parafrasear las palabras de Jesús:

"Mirad los gansos, no van a la universidad ni pretenden ser cristianos, pero ni aún Salomón con toda su sabiduría se portó como uno de ellos"



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Omar A. Parra P.
La Red Cybercommunity
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viernes, septiembre 08, 2006

El amor a Cristo

Autor: San Alfonso María de Ligorio
Quien ama a Jesucristo, desprende el corazón
Muchas almas volarían muy alto en la santidad si se desprendiesen completamente de las criaturas
 
Quien ama a Jesucristo, desprende el corazón
Quien ama a Jesucristo, desprende el corazón

La caridad no busca lo suyo

Quien quiere amar a Jesucristo con todo su corazón, debe vaciarlo de cuanto no siendo Dios, nazca del amor propio. Esto significa «no buscar lo suyo», olvidarse de sí para no buscar más que a Dios. Es lo que pide el Señor de cada uno de nosotros cuando nos dice: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.

Para amar a Dios de todo corazón se necesitan dos cosas: la primera, vaciarlo de todo lo terreno, y la segunda, llenarlo de su santo amor. De donde resulta que aquél no entrega a Dios su corazón si lo tiene preso a las criaturas. San Felipe Neri decía que la parte del amor que damos a las criaturas se la arrebatamos a Dios. Pues bien, ¿cómo se purifica el corazón de las cosas de la tierra? Con la mortificación y con el desprendimiento de las cosas terrenas. Laméntanse ciertas almas de buscar y no encontrar a Dios; escuchen lo que les dice Santa Teresa: «Despegue el corazón de todas las cosas y busque y hallará a Dios».

El engaño está en que quieren hacerse santos, pero a su modo; quieren amar a Jesucristo, pero siguiendo su natural inclinación, sin renunciar a sus diversiones, a la vanidad en el vestir, a los alimentos regalados; aman a Dios, pero, si no logran tal empleo, viven en perpetua turbación; si se les hiere en su reputación, se encienden, y si no sanan de la enfermedad, pierden la paciencia. Aman a Dios, pero no dejan el afecto a las riquezas, a los honores mundanos ya la futilidad de ser tenidos por nobles, por sabios o por mejores que los demás. Estos tales frecuentan la oración y la comunión, mas, por cuanto llevan el corazón repleto de cosas terrenas, poco es el fruto que reportan. A éstos no les habla el Señor, porque da por perdidas sus palabras, como dijo precisamente a Santa Teresa: «yo hablaría a muchas almas, pero el mundo hace tanto ruido en sus orejas, que no pueden oír mi voz». ¡Oh si se separasen un poco del mundo! Quien tenga el corazón pletórico de afectos terrenos será incapaz de oír la voz de Dios cuando le hable. Infeliz quien esté asido a los bienes sensibles de esta vida, pues no será difícil que, cegado por ellos, deje de amar a Jesucristo y, por no perder los bienes pasajeros de esta vida, pierda por toda una eternidad a Dios, que es bien infinito! Decía Santa Teresa: «Bien viene aquí que es perdido quien tras perdido anda».

Cuenta San Agustín que Tiberio César quería que Jesucristo fuese contado entre los dioses del Imperio, pero el Senado se negó a admitirlo, alegando que era un Dios soberbio, que quería dominar solo y ser adorado sin otra compañía. Cierto: Dios quiere estar solo y ser adorado y amado por nosotros, no ya por soberbia, sino porque se lo merece y por el amor que nos profesa. Como El nos ama con infinito amor, quiere todo nuestro amor, y por ello está celoso cuando ve que otros participan de corazones que él quiere por entero para sí. «Celoso es Jesús», decía San Jerónimo, por lo que no quiere que amemos otra cosa fuera de El. y si ve que alguna criatura tiene parte en un corazón, en cierto sentido le tiene envidia, como escribe el apóstol Santiago, porque no sufre tener rivales en el amor, sino que El solo quiere ser amado: O ¿pensáis que vanamente dice la Escritura: «Hasta con celos se aficiona el espíritu que en nosotros puso su morada?» El Señor alaba a la esposa en el Cantar de los Cantares, llamándola: Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa. La llama huerto cerrado, porque el alma, esposa fiel, tiene cerrado el corazón a todo amor terreno, para conservar solamente el de Jesús.

¿Es que no merece Jesús todo nuestro amor? ¡Ah, sí!; sobradamente lo merece, por su bondad y por el afecto que nos profesa. Bien comprendieron esto los santos, y por eso dijo de sí San Francisco de Sales: «Si conociese en mi alma una sola fibra que no fuese de Dios, la arrancaría al instante».

Deseaba David tener alas sueltas como de paloma, es decir, estar despegado de todo afecto terreno, para volar y descansar en Dios: y digo: « Si tuvieras alas cual de paloma, volara y descansaran». Muchas almas quisieran verse libres de los lazos que las tienen cautivas a la tierra, para volar hacia Dios, y de hecho volarían muy alto en la santidad si se desprendiesen completamente de las criaturas; mas por cuanto conservan cualquier aficioncilla desordenada que no se esfuerzan por romper, andan siempre gimiendo y lamentándose, sin elevarse un palmo de tierra. «Cualquiera de estas imperfecciones -dice San Juan de la Cruz- en que tenga el alma asimiento y hábito es tanto el daño para poder crecer e ir adelante en la virtud, que si cayese cada día en otras muchas imperfecciones y pecados veniales sueltos, que no proceden de ordinaria costumbre de alguna mala propiedad ordinaria, no le impedirán tanto cuanto al tener el alma asimiento a alguna cosa. Porque, en tanto que le tuviera excusado es que pueda ir el alma delante en perfección, aunque la imperfección sea muy mínima. Porque eso me da que un ave esté asida a un hilo delgado que a un grueso; porque, aunque sea delgado, tan asida se estará a él como al grueso, en tanto que no le quebrare para volar. Verdad es que el delgado es más fácil de quebrar; pero, por fácil que sea, si no le quiebra, no volará. Y así es el alma que tiene asimiento en alguna cosa, que, por más virtud tenga, no llegará a la libertad de la divina unión. Porque el apetito y asimiento del alma tienen la propiedad que dicen tiene la rémora con la nao, que, con ser un pez muy pequeño, si acierta a pegarse a la nao, la tiene tan queda que no la deja llegar al puerto ni navegar. Y así es lástima ver algunas almas como unas ricas naves cargadas de riquezas, y obras, y ejercicios espirituales, y virtudes, y mercedes que Dios las hace, y por no tener ánimo para acabar con algún gustillo, o asimiento, o afición que todo es uno-, nunca van adelante ni llegan al puerto de la perfección, que no estaba más que dar un buen vuelo y acabar de quebrar aquel hilillo de asimiento o quitar aquella pegada rémora de apetito»

Quien quiera que Dios sea todo suyo, ha de darse del todo a Dios. Mi amado es mío y suya yo, decía la esposa de los Cantares. Mi amado se entregó por completo a mí y yo me entregué a él. Jesucristo, por el amor que nos profesa, quiere todo nuestro amor, y, de no tenerlo todo, no se da por satisfecho.

De ahí que Santa Teresa escribiese a una priora de sus monasterios: «Va muy afuera del espíritu de Descalzas ningún género de asimiento, aunque sea con superiora, ni medrarán en espíritu jamás. Libres quiere Dios a sus esposas, asidas a sólo El... Por El pido a vuestra reverencia que mire que cría almas para esposas del Crucificado; que las crucifique en que no tengan voluntad ni anden con niñerías. Mira que es principiar en nuevo reino, y que vuestra reverencia y las demás están más obligadas a ir como varones esforzados y no como mujercillas». Santa María Magdalena de Pazzi quitó a una novicia suya cierto libro espiritual sólo porque la veía muy pegada a él. Muchas almas tienen oración mental, visitan al Santísimo Sacramento y frecuentan la comunión; mas por cuanto tienen ocupado el corazón de algún afecto terreno, poco o nada adelantan en la perfección; y, siguiendo con tal vida, no sólo serán siempre miserables, sino que están en continuo riesgo de perderlo todo.

Es necesario, pues, pedir a Dios, con David, que purifique nuestro corazón de todo afecto terreno: «Crea, Dios, para mí un corazón puro» (Sal 51,12); de otro modo, jamás seremos suyos por completo. Bien nos lo dio a entender Jesucristo, diciéndonos que quien no renuncia a todo lo de este mundo no puede ser verdadero discípulo suyo. De aquí que los antiguos Padres del yermo, cuando iba algún joven a sumarse a su compañía, le preguntaran de este modo: «¿Traes el corazón vacío, para que lo pueda llenar el Espíritu Santo?» Lo mismo dijo Dios a Santa Gertrudis, que le rogaba le diese a entender qué era lo que de ella pedía: «No te pido más que un corazón vacío de criaturas». Es necesario, pues, decir a Dios con ánimo varonil y resuelto: Señor, os prefiero a todo, a la salud, a las riquezas, a las dignidades, a los honores, a las alabanzas, a la ciencia, a los consuelos, a las esperanzas, a los deseos y aun a las gracias y beneficios que de vos pudiera recibir. En suma, os prefiero a todo bien creado que no sea vos, Dios mío. Todos los dones con que me obsequiareis, de nada me bastan, si no sois vos mismo. A vos solo quiero y nada más.

Un corazón vacío de aficiones terrenas pronto lo colmará Dios y lo llenará de amor divino, o como decía Santa Teresa de Jesús: «Comenzóme a crecer la afición de estar más tiempo con El ya quitarme de los ojos las ocasiones porque, quitadas, luego me volvía a amar Su Majestad». Sí, porque el alma no puede vivir sin amar: o amará al Creador o a las criaturas; si no ama a éstas, amará ciertamente a aquél. Es preciso, pues, dejarlo todo para conquistarlo todo; «todo por todo», decía Kempis. Santa Teresa, mientras vivió aficionada, aunque con afición casta, a cierto pariente suyo, no fue toda de Dios; mas, desde el punto mismo en que con generoso corazón rompió con aquel apego, mereció oír de Cristo: «Ya eres mía y yo soy tuyo». Harto poco es un corazón para amar a un Dios tan amante y tan amable, que merece infinito amor, y ¿querremos dividir este amor entre el Creador y las criaturas? El venerable Padre Luis de la Puente se avergonzaba de decir a Dios: Os amo, Señor, más que a todas las riquezas, honores, amigos, parientes; porque se le hacía que equivalía a decir: Señor, os amo más que al fango y podredumbre, más que a los gusanillos de la tierra.

Dice el profeta Jeremías que el Señor es todo bondad para quien le busca. Y se ha de entender del alma que busca tan sólo a Dios. ¡Feliz pérdida! ¡Feliz hallazgo! ¡Perder los bienes mudanales, que no contentan el corazón y huyen presto, a trueque de conquistar el sumo y eterno bien, que es Dios! Cuéntase de cierto devoto solitario que, al pasear cierto día por el desierto, acertó a encontrarse con un príncipe que se daba a la caza por el bosque; al verle el príncipe merodear por el desierto, preguntó le quién era y lo que hacía, a lo que el solitario respondió: «y vos, señor, ¿qué buscáis en este desierto?» Díjole el príncipe: «Voy a caza de animales». »Pues yo -retrucó el solitario- voy a caza de Dios». Y, sin más, continúo su caminar y desapareció entre la arboleda.

Este debe ser en la vida presenta nuestro único pensamiento, andar a caza de Dios, para amarlo, y de su voluntad, para cumplirla, despidiendo del corazón todo afecto terreno. y cuando se nos ofrezca cualquier bien perecedero solicitando nuestro amor, hallémonos siempre dispuestos a responderle: «De todas las grandezas del mundo y de todas las vanidades del siglo tengo hecha total renuncia por amor de mi Señor Jesucristo». y ¿qué son todas las vanidades y grandezas mundanas, más que humo, lodo y vanidad, que con la muerte se desvanecen? ¡Dichoso quien pueda decir: «Amado Jesucristo, por vuestro amor lo he dejado todo; vos sois mi único amor y quien sólo me bastáis»!

Cuando el amor divino se enseñorea de un alma, por sí misma y como obligada, si bien con la ayuda de la divina gracia, se esfuerza por despojarse de todo lo terreno que pueda impedirle ser toda de Dios. «Cuando arde la casa -decía San Francisco de Sales-, se echan todos los muebles por las ventanas»; como si dijera que cuando una persona se da por completo a Dios, sin exhortaciones que valgan de confesores ni de predicadores, por sí misma procura despojarse de todo afecto terreno.

El P. Séñeri, el joven, decía que el amor divino es bien así como un ladrón que con facilidad nos despoja de todo, para dejamos en posesión de sólo Dios. Habiendo un hombre opulento renunciado a toda su hacienda y héchose pobre por amor de Jesucristo, le preguntó un amigo cómo es que se había abrazado con tanta pobreza, y él, sacando el libro de los Evangelios, le repuso: «Esto es lo que me ha despojado de todo». Dice el Espíritu Santo: «Si alguien diese toda la fortuna de su casa a cambio del amor, se le despreciaría.» En efecto, cuando el alma ha puesto su amor por entero en Dios, todo lo desprecia, riquezas, placeres, dignidades, señoríos, imperios; no quiere más que a Dios y se complace en repetir a cada instante: Dios mío, sólo vos y nada más. Escribe San Francisco de Sales: «El puro amor de Dios consume todo lo que no es Dios, para convertirlo todo en sí mismo; porque entonces todo cuanto se hace por amor de Dios es amor».

Decía la esposa de los Cantares: Me condujo a la casa del vino, enarbolando sobre mí el pendón del amor. Esta casa del vino es, según sentir de Santa Teresa, el amor divino, que, al apoderarse del corazón, lo embriaga de tal modo, que le hace olvidar todo lo creado. el embriagado está como muerto y sin sentido, no ve, no oye, no habla; así le acontece al alma embriagada en el amor de Dios: ha como perdido el gusto de las cosas terrenas y no quiere pensar más que en Dios, ni hablar más que de Dios, ni oír más que conversaciones de amor y complacencia de Dios. Manda el Señor en el Cantar de los Cantares que no despierten a la amada del sueño: No despertéis ni turbéis a la amada. De este feliz sueño disfrutan las almas esposas de Jesucristo, dice San Basilio, y que no es otro que el olvido cabal y perfecto de todo lo creado, para tender sólo a Dios y poder decir con San Francisco: «¡Dios mío y mi todo!» ¿Para qué, Dios mío, riquezas, para qué dignidades y bienes de este mundo? Vos sois todo mi bien, mi herencia y mi tesoro. Comentaba San Francisco de Asís: «¡Dios mío y mi todo! ¡Suave palabra ésta! Basta con ella a quien la entiende, y quien ama tiene por regalado repetir: ¡Dios mío y mi todo!»

Para llegar, pues, a la perfecta unión con Dios, es necesario un total desprendimiento de las criaturas, y, para descender a cosas particulares, lo primero que debemos hacer es despojarnos del afecto desordenado a los parientes.



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Omar A. Parra P.
La Red Cybercommunity
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martes, junio 13, 2006

El peso de la Oracion

Cuánto pesa una oración

 

  Louisse Redden, una dama pobremente vestida con el fracaso reflejado en su mirada, entró a una tienda de comida. Se le acercó al dueño de la tienda de la manera mas humilde y le preguntó si le podra dar crédito para ella poder comprar alimentos. Con suavidad le explicó que su esposo estaba muy enfermo y no poda trabajar, que tenían siete niños y que necesitaban comida.

John Longhouse, el dueño, la puso en ridículo y le pido que se marchara de la tienda. Ella apremiada por la situación de su familia, le dijo: 'Por favor, Señor!' Yo le traeré el dinero tan pronto pueda.

John le dijo que no le poda dar crédito, ya que ella no tenia una cuenta abierta en su tienda. Parado junto al mostrador estaba un cliente que haba escuchado la conversación entre los dos. El cliente se acercó y le dijo al dueño que él respondera por las cosas que ella necesitaba para su familia.

El dueño le dijo resueltamente, "Tiene usted una lista de lo que necesita?". Louise le respondi: "Si señor", "OK" dijo él, "ponga su lista sobre la balanza y la cantidad que su lista pese se la daré en alimentos". Louise vaciló un momento cabizbaja, entonces entró la mano en su bolsa, sacó un pedazo de papel y escribió algo en él. Con su mirada todavía en el suelo ella puso cuidadosamente el pedazo de papel en la balanza.

Los ojos del dueño y del cliente mostraron sorpresa cuando la balanza bajó por completo y se quedó abajo. El dueño mirando la balanza se volvió al cliente y dijo: "No lo puedo creer!"

El cliente sonrió y el dueño empezó a poner en una bolsa los alimentos al otro lado de la balanza. El otro lado de la balanza no se movió así que él continuó poniendo más y más alimentos hasta que la balanza no pudo más.

El dueño se quedó parado completamente disgustado. Finalmente, cogió el pedazo de papel de la balanza y lo leyó con gran asombro. No era una lista de alimentos, era una oración que decía:

"Querido Señor, tu sabes mis necesidades y yo dejo esto en tus manos." El dueño le dio los alimentos que había puesto en la bolsa sobre la balanza y se quedó parado en un silencio asombroso.

Louise le agradeci y se fue de la tienda. El cliente le tendió un billete de $50 dlares a John dicindole: "Cada centavo gastado valiá la pena." No fue sino hasta un tiempo después que John Longhouse descubrió que la escala había estado rota; por lo tanto, sólo Dios sabe cuanto pesa una oracion.



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Atentamente


Omar A. Parra P.
La Red Cybercommunity
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martes, abril 18, 2006

Debemos ignorar el codigo Da vinci?

"Debemos ignorar a Da Vinci?
 

Próximamente la película dominará la pantalla el bestseller y con ello se estima que los cristianos serán retados mediante una serie de preguntas y discusiones que seguramente surgirán.

Según el pastor de la Iglesia Moody en Chicago, Dr. Erwin W. Lutzer, y autor del libro "The Da Vinci Deception" (La decepción de Da Vinci) "No será posible que nosotros y nuestras congregaciones ignoremos de lo que la gente estará comentando", tal como lo indicó a Tyndale House Publishers. "Debemos pensar en el impacto de esta película, millones de personas irán al cine y sabrán algo de Jesús..., esto es algo que no podemos ignorar"

Tyndale, es una editorial evangelical cristiana de habla inglesa y ha lanzado una campaña para ayudar a la gente a encontrar la verdad en relación a Jesús y al cristianismo, según una nota que nos llega de su presidente Mark D. Taylor. Esta campaña ha sido denominada "DaVinci no me convence" y" cuyo fin es proveer herramientas con enfoque bíblico para refutar las falsedades que se presentan en el Código de Da Vinci.

 

Por su lado, decenas de miles de católicos en los Estados Unidos han firmado un comunicado para protestar por el lanzamiento de la película. Estas firmas han sido recolectadas por organizaciones como la Sociedad Americana en Defensa de la Tradición y Familia y Propiedad, entre muchas otras. Hasta el momento han sido rubricadas 60057 firmas en las que se tacha de blasfema a la película y se espera tener 100 mil firmas y correos electrónicos para ser publicadas el 19 de Mayo, fecha en la que se estrena el film a nivel internacional.

En función que millones de personas se concentrarán en las salas de cine y teatros para ver la novela de Dan Brown en formato visual, los cristianos no podemos perder la oportunidad y generar estrategias para ganar en la batalla y es por ello que no podemos cruzarnos de brazo o esconder la cabeza como el avestruz. Hemos de prepararnos y una vez hecho esto según el criterio de cada uno está el ver la pelicula o no pero eso sí tener buenos argumentos para poder debatir en las conversaciones con gracia pero a la vez con astucia.

Lutzer, ha venido predicando desde hace 2 años las bases bíblicas que refutan el Código de Da Vinci en su congregación de Chicago. El nos ha dado tres palabras claves para prepararnos: educarnos, motivarnos y estimularnos. Con esto quiero afirmar que es muy importante que los cristianos comiencen ha hablar a sus congregaciones de cosas tan necesarias como la historia de la Iglesia, porque en ella se encuentran claves fundamentales que nos ayudan a hablar con propiedad y con la verdad en la polémica. Según el debemos instruirnos e instruir a los demás para contestar a las preguntas que están surgiendo, esta es una oportunidad que no debemos perder en aras del Evangelio.

"Podemos en estos tiempos -tiempos críticos en la historia- usar este huracán, este tsunami ... para convertirlo en algo bueno? Yo creo que si podemos con la ayuda de Dios".

"Asegurémonos que el Jesús auténtico sea el que se reciba en nuestras culturas"

El Código de Da Vinci, esta en la actualidad en la posición número 3 de la lista de Best Seller que saca el New York Times Bestsellers, ha sido traducido a más de 40 lenguas y esta semana acaba de volverse a publicar una nueva tirada de 5 millones de copias."

                                                                             Tomado de entrecristianos.com
 
Personalmente estoy de acuerdo con el planteamiento de que es una muy buena oportunidad de hablar de jesus y llevar el evangelio mas alla.   Es cuestion de generar estrategias desde las iglesias para aprovechar el boom publicitario de la pelicula y la consiguiente discusion publica que se dara para difundir el mensaje de Jesus.
 
Si bien es cierto que la pelicula al igual que lo ha hecho el libro puede generar dudas y socavar las bases de la fe de muchas personas , no es menos cierto que esta en nuestra manos disminuir y mas aun revertir este efecto nocivo.
 
Se me ocurre que podemos comenzar publicando articulos en nuestros periodicos locales que contrasten y derrumben los planteamientos de la pelicula, asi como tambien realizar actividades en los mismos cines repartiendo material impreso con el mismo fin.
 
Aprovechemos esta oportunidad de cumplir la palabra de Dios cuando nos dice en Marcos 16:15-18
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.

16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,

18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
 
Que Dios los bendiga!

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Atentamente,
 

Omar A. Parra P.
La Red Cybercommunity
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Estas son las cosas que no deberian suceder

 
"Se enfrentan católicos colombianos y grupo religioso `Creciendo en gracia´

BOGOTA, 18/04/2006 (Associated Press/ACPress.net)

Los integrantes del grupo religioso "Creciendo en gracia" intentaron sabotear una procesión de católicos encabezados por el cardenal católico Pedro Rubiano Sáenz.
 
Los miembros del grupo se trenzaron en un enfrentamiento verbal, cuando los católicos esperaban el inicio de una procesión el Viernes Santo frente a la Catedral Primada de Colombia.

Los seguidores de "Creciendo en gracia", con camisetas blancas en las que se leían las inscripciones "La salvación no se pierde" y "El diablo fue destruido", se dedicaron a repartir folletos y con altavoces insultaron a quienes participaban en el desfile religioso.

Mientras tanto, los penitentes católicos pedían a gritos a sus contrarios respetar la libertad de cultos. Para disolver el enfrentamiento, la policía impuso multas a los pequeños vehículos de carga en los que llegaron los manifestantes, por transgredir una norma de tránsito.

El Ministerio Internacional "Creciendo en Gracia" fue fundado en Pensilvania, Estados Unidos, por el predicador José Luis de Jesús Miranda."
 
Esta es una de esas cosas que no deberian suceder jamas y que imagino que entristecen grandemente al señor, el ver que sus ovejas se le pelean unas con otras por diferencias en cuanto a la fe.   Se que hay muchisimas interpretaciones de la biblia, algunas validas y otras un poco traidas de los cabellos, pero no me parece que esta sea la manera de tratar de dirimir estas diferencias; o de hacer que otras personas cambien su punto de vista.  Creo que es un motivo mas de oracion el pedir la unidad de toda la Iglesia cristiana.


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Omar A. Parra P.
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domingo, abril 16, 2006

La resurreccion

"Yo soy la resurreccion y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá." Juan 11:25
EL MAYOR DE LOS MILAGROS

La resurrección de Cristo es el mayor de todos los milagros de él y la máxima prueba de su misión divina. Aunque Jesús hizo muchas maravillas, sin embargo, el apóstol Pablo dijo, según 1ra. Corintios 25:17, que sin su resurrección nuestra fé sería vana y estaríamos todavia en nuestros pecados. Además, su resurrección fué la señal que el mismo Jesús prometió como la prueba de su misión divina (Mateo 12:38-40; Juan 2:19). Y si Jesús hubiera fallado en su promesa de volver a la vida el tercer dia después de su muerte, se le hubiera podido acusar de impostor.

LOS ENEMIGOS DE JESUS CONFIRMAN SU RESURRECCION

Los sacerdotes y fariseos, enemigos aférrimos de Jesús, comprendieron muy bien la importancia de su promesa de resucitar y por eso tomaron precausiones de sellar la tumba y de poner guardias. Esas medidas preventivas excluían la posibilidad de un posible fraude, ya que no habia manera de que alguien se pudiera robar su cuerpo de la tumba que, además de estar cubierta por la enorme piedra y sellada, también habían guardias vigilando de manera que era imposible cualquier intento sin que hubieran terribles consecuencias y pudieran enterarse las autoridades pertinentes.

Pero fueron los mismos principales sacerdotes y fariseos los que confirmaron por medio de sus precausiones la certeza del milagro de la resurrección de Cristo, el Hijo del Dios viviente. La Biblia dice en el libro de Mateo, capítulo 28 y versículos del 11 al 15, que unos de los que formaban parte de la guardia fueron a la ciudad para darle aviso a los principales sacerdotes de las cosas que habían acontecido. ¿Y que fué lo que ellos les fueron a contar? Bueno, veamos lo que en Mateo 28:2-4 se nos dice sobre lo que sucedió y que fué visto por los guardias.

Primeramente, los guardias estaban bien despiertos y vigilantes, y de no haber sido así, hubieran tenido que despertarse comoquiera ya que la Biblia dice que en ese lugar de la tumba hizo aparición un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando hasta allí, y ocurrió como consecuencia de esto un gran terremoto. Aquellos guardias recibieron tremendo sacudimiento a causa de ese terremoto, y más aún, cuando vieron al poderoso ángel con aspecto como de relámpago y su vestido blanco como la nieve (así mismo lo dice la Biblia), y que al llegar allí, removió la piedra como si fuera un juguetito, y se sentó sobre ella ahí mismo frente a los guardias. El miedo que sobrecogió a los guardias cuando vieron al poderoso ángel fue tal, que les temblaba todo, hasta el punto de quedar como muertos (sin que nadie los tocara).

Fué esa historia la que ellos le fueron, no a contar, sino a dar aviso y alertar a los principales sacerdotes de que ellos mismos fueron testigos oculares del evento sobrenatural que sucedió a causa de la resurreción de Cristo. Se efectuó una reunión entre los ancianos y los guardias; entonces hubieron acuerdos fraudulentos para hacer callar a los guardias. Y como siempre sucede entre la gente que no tiene temor de Dios, aunque se hagan llamar líderes religiosos, se procedió a chantajear con la mentira, dándoles mucho dinero a los soldados (vs. 12) para que dieran un testimonio falso y contrario a lo que ellos mismos vieron con sus propios ojos. Y esto fué lo que les ordenaron los ancianos: "Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron (el cuerpo de Jesús), estando nosotros dormidos." (vs. 13). Los principales sacerdotes se iban a encargar de ponerlos a salvo de un posible castigo si el asunto llegaba a oídos del gobernador. Así que los guardias "...tomando el dinero, hicieron como se les había instruído." (vs. 15).

SU RESURRECCION ES REAL

La resurrección no fué un retorno aparente, o una mera alucinación de los apóstoles, sino que Cristo reasumió su cuerpo humano. La resurrección de Cristo es un hecho histórico atestiguado por testigos que no podían, ni querían engañar, y mucho menos ser engañados. Entre aquellos que la Biblia menciona que vieron a Jesús resucitado se incluye primeramente a Maria Magdalena, Maria la madre de Jacobo, Salomé ( Mat.28; Mar.16), Juana y las demás con ellas (Luc. 24:10), a los apóstoles (Mar.16:14; Juan 20:19-29), a Cleofas junto a otro discípulo (Lucas 24:13-35), a más de 500 hermanos a la vez (1a.Cor.15:6), y por último al apóstol Pablo ( 1a.Cor.15:8).

No puede haber ninguna duda, por lo tanto, de que el testimonio de todos estos y demás testigos pudo más que el testimonio falso de los soldados chantajeados por los principales sacerdotes judios. La resurrección de Cristo es un hecho real. Los apóstoles dieron testimonio constante de ella, y de hecho, la consideraron como la base de toda su predicación. Hechos 4:33.

CRISTO ES NUESTRA RESURRECCION

Jesúcristo dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" Juan 11:25, 26. El Señor te invita para que creas en él, si es que aún no lo has hecho.



El te dice por Su Palabra: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible." Marcos 9:23.

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Omar A. Parra P.
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viernes, abril 14, 2006

La biblia en tu Ipod

BiblePlayer, escucha y lee la biblia en iPod

 

bibleplayer.jpgYa se sabe que la religión es un asunto prioritario para muchos estodounidenses, así que no es de extrañar es que uno de los usos que se esté dando al iPod precisamente sea este de poder llevar la biblia a todas partes. Con el BiblePlayer se puede así leer y escuchar el libro sagrado en inglés a través del iPod, además de permitir funcionalidades como la de organizar el contenido de forma que se lea la biblia entera en una año, acceso a las 100 mejores historias y parábolas o comenzar el día con una oración distinta cada vez. Existe una versión Freeware descargable gratuitamente y otra de pago por 29 dólares. De momento no hay versión en castellano, pero anuncian la Biblia de Reina-Varela en un futuro próximo.

Ojala sea pronto esa sera la razon mas importante para hacerse de un ipod.

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Omar A. Parra P.
La Red Cybercommunity
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Lectura de la biblia Viernes Santo

Lecturas del 14/04/2006
SEMANA 6 DE CUARESMA
Viernes Santo - Pasión del Señor
Color Rojo


Primera lectura Is. 52, 13 -- 53, 12:
Ahora llega para mi servidor la hora del éxito;
será exaltado, y puesto en lo más alto.
Así como muchos quedaron espantados al verlo,
pues estaba tan desfigurado,
que ya no parecía un ser humano
así también todas las naciones se asombrarán,
y los reyes quedarán sin palabras al ver lo sucedido,
pues verán lo que no se les había contado
y descubrirán cosas que nunca se habían oído.
¿Quién podrá creer la noticia que recibimos?
Y la obra mayor de Yavé, ¿a quién se la reveló?
Este ha crecido ante Dios como un retoño,
como raíz en tierra seca.
No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él,
y su apariencia no era como para cautivarnos.
Despreciado por los hombres y marginado,
hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara,
no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.
Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba,
eran nuestros dolores los que le pesaban.
Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado,
y eran nuestras faltas por las que era destruido
nuestros pecados, por los que era aplastado.
El soportó el castigo que nos trae la paz
y por sus llagas hemos sido sanados.
Todos andábamos como ovejas errantes,
cada cual seguía su propio camino,
y Yavé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
Fue maltratado y él se humilló y no dijo nada,
fue llevado cual cordero al matadero,
como una oveja que permanece muda cuando la esquilan.
Fue detenido, enjuiciado y eliminado
¿y quién ha pensado en su suerte?
Pues ha sido arrancado del mundo de los vivos
y herido de muerte por los crímenes de su pueblo.
Fue sepultado junto a los malhechores
y su tumba quedó junto a los ricos,
a pesar de que nunca cometió una violencia
ni nunca salió una mentira de su boca.
Quiso Yavé destrozarlo con padecimientos,
y él ofreció su vida como sacrificio por el pecado.
Por esto verá a sus descendientes y tendrá larga vida,
y el proyecto de Dios prosperará en sus manos.
Después de las amarguras que haya padecido su alma,
gozará del pleno conocimiento.
El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos,
después de cargar con sus deudas.
Por eso le daré en herencia muchedumbres
y lo contaré entre los grandes,
porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte
y ha sido contado entre los pecadores,
cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos
e intercedía por los pecadores.


Salmo Sal. 30, 2-25:
 A ti, Señor, me acojo,
 no quede yo nunca defraudado:
 ¡tú que eres justo, ponme a salvo!
 Inclina tu oído hacia mí,
 date prisa en librarme.
 Sé para mí una roca de refugio,
 el recinto amurallado que me salve.
 Porque tú eres mi roca y mi fortaleza;
 por tu nombre me guías y diriges.
 Sácame de la red que me han tendido,
 porque eres tú mi refugio.
 En tus manos encomiendo mi espíritu,
 y tú, Señor, Dios fiel, me librarás.
 Aborreces a los que adoran ídolos vanos,
 pero yo confío en el Señor.
 Gozaré y me alegraré de tu bondad
 porque has mirado mi aflicción
 y comprendido la angustia de mi alma;
 no me dejaste en manos del enemigo,
 me has hecho caminar a campo abierto.
 Ten piedad de mí, Señor, pues estoy angustiado;
 mis ojos languidecen de tristeza.
 Mi vida se consume en la aflicción
 y mis años entre gemidos;
 mi fuerza desfallece entre tanto dolor
 y mis huesos se deshacen.
 Mi enemigo se alegra,
 mis vecinos se horrorizan,
 y se espantan de mí mis conocidos:
 si me ven en la calle, se alejan de mí.
 Se olvidaron de mí, como de un muerto,
 soy como un objeto inservible.
 Oigo los cuchicheos de la gente,
 y se asoma el terror por todas partes.
 Se unieron todos en mi contra,
 tramaron arrebatarme la vida.
 Pero yo, Señor, confío en ti,
 yo dije: Tú eres mi Dios.
 Mi porvenir está en tus manos, líbrame
 de los enemigos que me persiguen.
 Que sobre tu servidor brille tu rostro,
 sálvame por tu amor.
 A ti clamé, Señor, no sea confundido;
 confundidos sean los impíos,
 lánzalos a la mansión del silencio.
 Enmudece los labios embusteros,
 que hablan insolencias contra el justo
 con orgullo y desprecio.
 Qué bondad tan grande, Señor,
 es la que reservas para los que te temen.
 Se la brindas a los que en ti esperan,
 a la vista de los hijos de los hombres.
 En secreto, junto a ti los escondes,
 lejos de las intrigas de los hombres;
 los mantienes ocultos en tu carpa,
 y los guardas de las querellas.
 Bendito sea el Señor,
 su gracia hizo maravillas para mí:
 Mi corazón es como una ciudad fuerte.
 Yo decía en mi desconcierto:
 "Me ha arrojado de su presencia".
 Pero tú oías la voz de mi plegaria
 cuando clamaba a ti.
 Amen al Señor todos sus fieles,
 pues él guarda a los que le son leales,
 pero les devolverá el doble a los soberbios.
 Fortalezcan su corazón, sean valientes,
 todos los que esperan en el Señor.


Segunda lectura Heb. 4, 14-15; 5, 7-9:
Tenemos, pues, un Sumo Sacerdote excepcional, que ha entrado en el mismo
cielo, Jesús, el Hijo de Dios. Esto es suficiente para que nos mantengamos
firmes en la fe que profesamos. Nuestro sumo sacerdote no se queda
indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual
que nosotros, a excepción del pecado. En los días de su vida mortal,
presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; este
fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su
religiosa sumisión. Aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que es
obedecer. Y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna
para todos los que le obedecen,

Evangelio Jn. 18, 1 -- 19, 42:
Cuando terminó de hablar, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del
torrente Cedrón. Había allí un huerto, y Jesús entró en él con sus
discípulos.
Judas, el que lo entregaba, conocía también ese lugar, pues Jesús se había
reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas hizo de guía a los
soldados romanos y a los guardias enviados por los jefes de los sacerdotes
y los fariseos, que llegaron allí con linternas, antorchas y armas.
Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: «¿A
quién buscan?» Contestaron: «A Jesús el Nazoreo.» Jesús dijo: «Yo soy.» Y
Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos.
Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron al suelo. Les
preguntó de nuevo: «¿A quién buscan?» Dijeron: «A Jesús el Nazoreo.» Jesús
les respondió: «Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que
éstos se vayan.» Así se cumplía lo que Jesús había dicho: «No he perdido a
ninguno de los que tú me diste.»
Simón Pedro tenía una espada, la sacó e hirió a Malco, siervo del sumo
sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesús dijo a Pedro: «Coloca la
espada en su lugar. ¿Acaso no voy a beber la copa que el Padre me ha dado?»
Entonces los soldados, con el comandante y los guardias de los judíos,
prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a casa de Anás. Este
Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que
había dicho a los judíos: «Es mejor que muera un solo hombre por el
pueblo.»
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como este otro discípulo era
conocido del sumo sacerdote, pudo entrar con Jesús en el patio de la casa
del sumo sacerdote, mientras que Pedro se quedó fuera, junto a la puerta.
Entonces salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, y habló
con la portera, que dejó entrar a Pedro. La muchacha que atendía la puerta
dijo a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre.» Pedro
le respondió: «No lo soy».
Los sirvientes y los guardias tenían unas brasas encendidas y se
calentaban, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos y se calentaba.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza.
Jesús le contestó: «Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado
constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, tanto en las
sinagogas como en el Templo, y no he enseñado nada en secreto. ¿Por qué me
preguntas a mí? Interroga a los que escucharon lo que he dicho.»
Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una
bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?» Jesús le
dijo: «Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he
hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?»
Al fin, Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás.
Simón Pedro estaba calentándose al fuego en el patio, y le dijeron:
«Seguramente tú también eres uno de sus discípulos.» El lo negó diciendo:
«No lo soy.» Entonces uno de los servidores del sumo sacerdote, pariente
del hombre al que Pedro le había cortado la oreja, le dijo: «¿No te vi yo
con él en el huerto?» De nuevo Pedro lo negó y al instante cantó un gallo.
 Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al tribunal del gobernador romano.
Los judíos no entraron para no quedar impuros, pues ese era un lugar
pagano, y querían participar en la comida de la Pascua. Entonces Pilato
salió fuera, donde estaban ellos, y les dijo: «¿De qué acusan a este
hombre?»
Le contestaron: «Si éste no fuera un malhechor, no lo habríamos traído ante
ti.» Pilato les dijo: «Tómenlo y júzguenlo según su ley.» Los judíos
contestaron: «Nosotros no tenemos la facultad para aplicar la pena de
muerte.»
Con esto se iba a cumplir la palabra de Jesús dando a entender qué tipo de
muerte iba a sufrir.
Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres
tú el Rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Viene de ti esta pregunta o
repites lo que te han dicho otros de mí?» Pilato respondió: «¿Acaso soy yo
judío? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué
has hecho?»
Jesús contestó: «Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los
de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de
los judíos. Pero mi reinado no es de acá.»
Pilato le preguntó: «Entonces, ¿tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo has
dicho: yo soy Rey. Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y
he venido al mundo. Todo el que está del lado de la verdad escucha mi voz.»
Pilato dijo: «¿Y qué es la verdad?»
Dicho esto, salió de nuevo donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no
encuentro ningún motivo para condenar a este hombre. Pero aquí es costumbre
que en la Pascua yo les devuelva a un prisionero: ¿quieren ustedes que
ponga en libertad al Rey de los Judíos?» Ellos empezaron a gritar: «¡A ése
no! Suelta a Barrabás.» Barrabás era un bandido.
Entonces Pilato tomó a Jesús y ordenó que fuera azotado. Los soldados
hicieron una corona con espinas y se la pusieron en la cabeza, le echaron
sobre los hombros una capa de color rojo púrpura y, acercándose a él, le
decían: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cara.
Pilato volvió a salir y les dijo: «Miren, se lo traigo de nuevo fuera;
sepan que no encuentro ningún delito en él.» Entonces salió Jesús fuera
llevando la corona de espinos y el manto rojo. Pilato les dijo: «Aquí está
el hombre.»
Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los guardias del Templo comenzaron
a gritar: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!» Pilato contestó: «Tómenlo ustedes y
crucifíquenlo, pues yo no encuentro motivo para condenarlo.» Los judíos
contestaron: «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir, pues se
ha proclamado Hijo de Dios.»
Cuando Pilato escuchó esto, tuvo más miedo. Volvió a entrar en el palacio y
preguntó a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le contestó palabra.
Entonces Pilato le dijo: «¿No me quieres hablar a mí? ¿No sabes que tengo
poder tanto para dejarte libre como para crucificarte?» Jesús respondió:
«No tendrías ningún poder sobre mí si no lo hubieras recibido de lo alto.
Por esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.»
Pilato todavía buscaba la manera de dejarlo en libertad. Pero los judíos
gritaban: «Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César; el que se
proclama rey se rebela contra el César.» Al oír Pilato estas palabras, hizo
salir a Jesús al lugar llamado el Enlosado, en hebreo Gábbata, y lo hizo
sentar en la sede del tribunal.
Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a
los judíos: «Aquí tienen a su rey.» Ellos gritaron: «¡Fuera! ¡Fuera!
¡Crucifícalo!» Pilato replicó: «¿He de crucificar a su Rey?» Los jefes de
los sacerdotes contestaron: «No tenemos más rey que el César.» Entonces
Pilato les entregó a Jesús y para que fuera puesto en cruz.
 Así fue como se llevaron a Jesús. Cargando con su propia cruz, salió de la
ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se
dice Gólgota. Allí lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado y
en el medio a Jesús.
Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo sobre la cruz. Estaba escrito:
«Jesús el Nazareno, Rey de los judíos.» Muchos judíos leyeron este letrero,
pues el lugar donde Jesús fue crucificado estaba muy cerca de la ciudad.
Además, estaba escrito en hebreo, latín y griego. Los jefes de los
sacerdotes dijeron a Pilato: «No escribas: "Rey de los Judíos", sino: "Este
ha dicho: Yo soy el rey de los judíos".» Pilato contestó: «Lo que he
escrito, escrito está.»
Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y
los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la
túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se
dijeron: «No la rompamos, echémosla más bien a suertes, a ver a quién le
toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y
echaron a suertes mi túnica. Esto es lo que hicieron los soldados.
 Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su
madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y
junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí
tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y
desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «Tengo
sed», y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno
de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida
y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está
cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
 Como era el día de la Preparación de la Pascua, los judíos no querían que
los cuerpos quedaran en la cruz durante el sábado, pues aquel sábado era un
día muy solemne. Pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas a los
crucificados y retiraran los cuerpos. Fueron, pues, los soldados y
quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y
al instante salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que
dice la verdad. Y da este testimonio para que también ustedes crean. Esto
sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un
solo hueso. Y en otro texto dice: Contemplarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de
Jesús, pero no lo decía por miedo a los judíos. Pidió a Pilato la
autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se la concedió. Fue y
retiró el cuerpo.
También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando
unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de
los judíos.
En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido enterrado. Como el
sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los
judíos, enterraron allí a Jesús.



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Omar A. Parra P.
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